Último viaje en la frontera digital

El mundo virtual cobra vida nuevamente en Tron: El legado. Con un presupuesto de 200 millones de dólares, explota los mejores atributos de la cinta original. Jeff Bridges vuelve a interpretar a Kevin Flynn, las batallas de discos y carreras de motocicletas cuentan con el sustento de la tecnología 3D, y la música de los ochenta sigue brillando

El punto de partida de esta historia tiene como protagonista a Kevin Flynn, encarnado por el polifacético Jeff Bridges, ganador del Oscar a mejor actor por Corazòn rebelde, quien una noche desaparece misteriosamente sin dejar rastro alguno, quedándole a su pequeño hijo Sam (Garrett Hedlund) el legado de Encom, una empresa líder de software que saltó a la fama justamente con el juego Tron.



Sin su fundador, la firma dejará de ser una promotora de la libre información, para convertirse en una corporación que piensa sólo en sacar nuevas versiones de su sistema operativo, tengan o no alguna modificación que beneficie a los usuarios, y cobrar lo que le plazca. Si alguna compañía fuera de la pantalla se siente aludida, es pura coincidencia.

Al convertirse en un adolescente, Sam se desentenderá de la empresa y será una suerte de hacker interno, infectando los servidores de Encom. Sin embargo, todo cambiará cuando descubra La Rejilla, donde los programas cobran vida y libran mortíferas batallas para sobrevivir, con las clásicas y esperadas peleas de discos y motocicletas. Es un mundo sumido en el régimen de Clu, también interpretado por Bridges, quien está obsesionado por la búsqueda de la perfección, sin importar lo que cueste y quiénes caigan en el proceso.

Con un holgado presupuesto de 200 millones de dólares, la primera parte costó 17 millones, la cinta dirigida por Joseph Kosinski, reconocido por sus trabajos en imágenes generadas por computadora, le hace justicia a Tron en materia audiovisual, otorgándole un realismo y espectacularidad propios de un mundo virtual, a tono con las tecnologías actuales.

Aunque el ticket del cine no lo diga, es recomendable haber visto la original para estar en clima con las batallas, el espíritu épico que, con algunos altibajos, trata de mantener la película; la sana dosis de canciones de los ochenta y temas que parecen sacados de videojuegos arcade, cuyo clímax es la aparición del grupo Daft Punk.

En resumen, Tron: El legado cuenta con un Bridges muy aceitado, varios guiños hacia los amantes del género y un argumento que sigue la misma línea de la primera parte e incluso plantea, de forma algo artificial, el debate sobre el libre acceso a la información a través de la Red.